miércoles, 16 de junio de 2010

Una de salir arrastrados... II


el problema fue que veníamos saliendo todos juntos todos los viernes... menos uno, que ya era cerca del verano y andá a saber por qué, nos quedamos solos Ortega y, quien escribe, el Turko.
Pero antes de contar una cosa, debo explicarles otra: en esa época, el año 1999 la juventud argentina se encontraba dividida por dos corrientes: Alternativos (los que eran metaleros pero evolucionamos a Korn y éramos fácilmente identificables al llevar siempre ropa ADIDAS) y los Rolinga (que se vestían con zapatillas del tipo... Topper, como las John Foos, pero baratas y bajitas y sucias... a su vez llevaban un pañuelo en alguna parte del cuerpo y creían que los Stones eran sí o sí sucios y... sucios...) Lo único, en zona norte, que nos ligaba eran dos cosas: A) la marihuana B) La Diabla...
La Diabla era una disco de 2 pisos, en el primero, el más chico, estábamos los alternativos... escuchando Korn, Pearl Jam, Limp Bizkit, Biohazard, Metallica y etc.etc... Incluso sabíamos quiénes eran los Porno for pyros... E íbamos ahí, y bebíamos Tequila Sunrise... bailábamos Hip Hop... y era todos los viernes la misma música...
Acerca de la segunda planta... teníamos rumores de que únicamente pasaban entre las 00.00 am y las 05.00 Doors, Stones, Viejas Locas, los Piojos, Las Pelotas... pero a las 05.05 comenzaban a sonar Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.... esta banda, para los que no la conozcan era una suerte de ícono cultural popular carcelario-antipolicía-antisistema, con letras que parecían decir algo profundo, pero tal vez, no dijeran ni mierda... Para darles una idea, hasta el año 2000 las únicas bandas capaces de llenar el Estadio de River Plate (hablamos de 80000 almas por show) eran extranjeras, y la única que lo había hecho 2 días seguidos fueron los Guns And Roses... Bueno, Patricio Rey (de ahora en más "Los redonditos") llenaron dos días seguidos, a un costo de 35 pesos la entrada ese estadio (una cantidad de guita importante)... Sí, mucha gente devota de la banda... Creo que en ese momento venían: Maradona, los redonditos y el resto...
En resumen que esa noche, por alguna razón que no recuerdo y no importa, salimos únicamente Ortega y yo...

Llegamos a la Diabla bastante ebrios (¿esto ya no debería aclararlo, no?) y smoketeados (o sea fumados) y desde que entramos vimos que no dejaban de subir niñas al piso de los rolinga... Toda la noche bebiendo algo... no recuerdo qué... pero bebíamos duro... Juan con su pelo largo suelto y su camiseta negra Adidas con las líneas blancas y sus botas Converse... y yo, con mi camiseta negra Adidas y las líneas blancas y mis botas Adidas por ahí... dando vueltas, bailando Jump Around de House of Pain... éramos pequeños dioses de la miseria humana en una discoteca llena de gente... éramos mayores... teníamos 23 años y mirábamos con asco a los pendejos de 18 y 19 que andaban por ahí... buscando su vida, sin saber que la vida siempre se estaba escapando.
Tomamos chupitos de algo... una y otra vez... Y entonces ocurrió...
No sé si fue porque esta gente que salía conmigo en ese entonces (Tincho y Ortega sobre todo) tenían tendencias a hacer cosas estúpidas por el sólo factor de mi persona autodestructiva o qué, pero Ortega me dice:
-Turko... tenemos que subir... a ver qué onda eso...
-No, Juan, nos van a matar... y como alguna mina se nos acerque a decirnos algo, lo que sea, preguntar la hora, o pedir guita... nos van a matar...
-Turko, me extraña, loco, no me fallés... ¿me vas a decir que no te animás?

las palabras mágicas... Recuerdo, ahora, un chupito de tequila y, recuerdo, vagamente, que, mientras subíamos la escalera hacia el piso rolinga, la gente que bajaba nos miraba e, incluso, con la mirada, nos decía, o advertía, que nos estábamos equivocando... y mucho.

Entramos a ese piso... serían las 4.55... miramos el sitio... no parecía nada del otro mundo. Recuerdo a los Doors sonando y recuerdo a un Patovica (un portero, de los grandes, de ahora en más Patova) en el medio de la pista de baile, evitando que la gente no se golpée adrede mientras bailaba... Sí, como los punks de los 70s... pero con menos sentido todavía.
Recuerdo también que me encontré unas llaves y, como imbécil que era (porque hoy no lo haría) las junté del suelo y se las quise dar al Patovica...
Juan me decía algo, pero mientras me acercaba al tipo este, y mientras tratábamos de dar un paso tras otro, notamos que la gente se abría y que la pista se iba vaciando... No era por nosotros, no. Era el ritual.
Lo próximo que pasó fue, tal y como lo describo:
estirar la mano para dar las llaves al Patova, separarme dos o tres pasos de Juan y, habrán dado las 05.00... porque comenzó a sonar "nueva Roma" de los Redondos... Tal vez la canción que tiene un comienzo más explosivo en la historia de esa banda, tal vez no, pero en ese momento lo era... El portero me puso la mano en el hombro, como para sacarme de ahí, y cuando me di vuelta, con un estallido de luces, que no sé si fueron de la disco o de un golpe, veo que la gente comienza a arremolinarse y golpearse toda a la vez... Veo a Ortega, expulsado hacia atrás, y muchas manos en su camiseta Adidas negra con líneas blancas...
Recuerdo golpes en la espalda... en la cara... recuerdo una chica insultándome... recuerdo ver la melena de Ortega revoleada de lado a lado, y, en esos segundos que te regala Dios (porque Dios en esos momentos existe) nuestras caras amoratadas haciendo un gesto hacia la salida...
La gente enloquecida, bailando, cantando... Recuerdo a un gordo infeliz (al cual le debo una disculpa por el codazo en el cuello, pero si no, no pasaba) tomándose la cara al estilo futbolista argentino consagrandosé en el ascenso del torneo de 4 división a 3... Las chicas gritando y tirándose del pelo...

llegamos a la salida... yo todavía tenía las llaves en la mano.
habíamos batallado en un sitio que no era el nuestro, y seguramente habíamos perdido... pero estuvimos ahí... Entonces, entre la resignación y la desolación, al ver que estábamos en el mismo sitio donde habíamos entrado, nos miramos y uno dijo:
-Che, loco, yo por acá no bajo, yo cruzo la pista y le cruzo la cara a estos hipis de mierda, pero bajo por la otra escalera, a mi estos hijos de puta no me dicen por dónde bajo -Y de inmediato se llevó la mano a su costado... (tiempo después le operarían por ese lado, pero esa es otra historia)
y el otro dijo:
-Yo estas llaves se las doy al payaso del patova... (el término payaso en Argentina... es demasiado pero demasiado crudo y provocador)

Nos miramos, pusimos una mano en la muñeca del otro... Y nos metimos mientras sonaba la canción Jí jí jí... "la canción que la prensa ha dado en llamar el pogo más grande del mundo" Y era cierto... Toda la gente se estaba empujando, y pegando... y nosotros fuimos, en medio de todos ellos, más solos que loco malo, más abandonado de la mano de Dios que cualquier cosa que se te ocurra... y lo peor: más sin necesidad que nunca... Pero nos metimos, bailamos, metimos patadas y codazos a cuanto pedazo de mierda sucia Rolinga, del sexo que sea, se nos cruzaba... Y nos dieron cada una también...

pero al rato estábamos abajo, de nuevo, en nuestro sitio... ya serían las 06.00 y nos estábamos tomando la última copa... (algo con estilo, otro tequila sunrise... dirás que es gay... pero cuando llevás 10 ó 12, te quiero ver) nos miramos y dijimos: "el viernes que viene, venimos todos juntos de vuelta, y subimos..."

En el colectivo de vuelta (sí, el 60, ese que te lleva a todos lados) estábamos escupiendo sangre, o viendo cómo se nos hinchaban los párpados...
Al otro día abrimos la radio y transmitimos contando la anécdota en mi programa "El Coyote"... le contamos todo a todos los demás... y la gente llamaba preocupada (algunos) Y otros diciendo que nos habían pegado ellos mismo... Luego no sé qué carajos hicimos... pero lo que sí recuerdo es que se hizo costumbre subir a ese piso a bailar, y ya no era tan terrible...
Y recuerdo que, de nuevo, comenzaba otro puto verano, y ya éramos un poco más duros para todo lo que se venía...

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